martes, 3 de mayo de 2011

Memorias de una geisha..

   Un dulce día despertó mi curiosidad y fui a dar un paseo sin que ninguna Maiko (aprendiz de geisha) que anduviera por allí me viese. Ese día tan hermoso no acompañaba a mi estado de ánimo.
   De repente vino esa persona que me cambió la vida, esa misma que me hizo sonreír más que nunca. Se dispuso a hablar conmigo en un precioso puente, se puso de cuclillas y me miró:

- Es un día demasiado hermoso como para sentirse tan infeliz.
¿Te has caído? - me dijo, pero mi mirada seguía perdida en el agua del riachuelo.

- No seas tímida - dijo el joven del sombrero mientras abría sus labios, mostrándome su amplia y limpia sonrisa.
 
   Iba acompañado de dos geishas muy bellas y elegantes. Un de ellas se acercó y me dijo:

- Yo, cuando era una aprendiz de geisha me caí al tropezar con mis zapatos de madera.

  El hombre concluyó:
- Y mírala ahora, es pura elegancia.

- Hazme un único favor… La próxima vez que te caigas, no frunzas el ceño -dijo despidiéndose con la mirada, la cual en sus pupilas se reflejaba mi sonrisa.

  En aquel momento pasé de ser una niña enfrentada al vacío a ser alguien con una meta. Supe que ser geisha podría ser un paso que me guiase hasta aquel magnífico hombre tan amable. Entonces descubrí que no era tan fácil como pensaba. Trabajé muy duro, pero al fin pude conseguir lo que tanto esperaba. Ser una artista, ser una tradición, ser leyenda… y todo gracias a ese hombre al que un día le parecí más que una simple y pobre niña de Japón.

  Estas no son las memorias de una emperatriz, ni de una reina, esta son otra clase de memorias, las de una geisha.
                                                                                     
                                            http://www.elrefugiodemismanos.blogspot.com/

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